viernes , 29 marzo 2024

Sobre el contagio, la teoría infecciosa y otros mitos desmitificantes

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Dra. María José Martinez Albarracín

Como consecuencia de la pandemia de covid, han surgido numerosos divulgadores y numerosas hipótesis que, pretendiendo contestar al oficialismo, no han hecho más que sembrar confusión y generar adeptos sectarios, haciendo un flaco favor a la difusión de información útil para la protección de las personas, pero eso sí, atribuyéndose siempre el ser la verdadera disidencia.

En mi humilde opinión, la difusión de información útil y valiosa no se apoya en egos, nº de seguidores o griterío grosero, sino en un intento riguroso de aproximación a la verdad objetiva. Es cierto que el debate es enriquecedor (siempre que se apoye en datos fundamentados) pero cualquier intento de imposición, sobre todo si se apoya en la descalificación es, cuanto menos, sospechoso.

Es preciso insistir, ahora que estamos en la enésima ola, en que no es lo mismo SARS-CoV-2 que COVID.

El SARS-CoV-2 supuestamente es un virus relacionado con un síndrome SARS (síndrome respiratorio agudo severo), es decir un virus capaz de desencadenar patología respiratoria aguda y grave. (obsérvese que utilizo las palabras relacionado y desencadenar, nunca CAUSAR). Este virus existe, claro que existe. Ha sido secuenciado y cultivado en células humanas y por sus características genéticas podemos afirmar que es una quimera artificial elaborada en un laboratorio de ganancia de función (esos laboratorios que “fabrican” armas biológicas). Sin embargo, los virus quiméricos sufren recombinaciones genéticas en los organismo por los que circulan, que los van haciendo menos patógenos aunque más transmisibles. Es decir, los van “humanizando”. 

En cuanto al Covid, es UN SÍNDROME, es decir un conjunto de signos y síntomas clínicos diferenciables de otros síndromes semejantes como la gripe o las neumonías bacterianas, por la analítica clínica principalmente. Dicha analítica presenta unas características muy precisas como son:

  •  la elevación del dímero-d,
  • la ferritina,
  • la proteína C reactiva,
  • la interleucina-6 y
  • la enzima LDH,

los cuales, junto con neutrofilia y linfopenia, nos indican que se está produciendo en el enfermo un síndrome inflamatorio agudo, una hipoxia metabólica y una desregulación inmune. Esta analítica es característica del COVID GRAVE, se presenta por igual en personas vacunadas de covid y en no vacunadas, generalmente una semana después del inicio de los síntomas gripales y cuando, por tanto, ya no hay replicación viral y no se da en todas las personas con PCR positiva por lo que, como ya he explicado en numerosas ocasiones, este test no tiene utilidad diagnóstica.

Entonces ¿qué es lo que produce ese síndrome COVID GRAVE? Como ya he dicho, un virus no puede causar un síndrome de este tipo, sólo puede contribuir más o menos a desencadenarlo en una persona susceptible, es decir, una persona expuesta a dicho virus y cuyo ecosistema interno (lo que viene a llamarse sistema inmune) esté desequilibrado a favor de la inflamación latente: principalmente personas diabéticas, obesas, con síndrome metabólico o enfermedades crónicas, pero también persona jóvenes, aparentemente sanas, cuyos niveles nutricionales de “vitaminas antiinflamatorias” como la vitamina D o los ácidos grasos omega-3, entre otros varios, no sean adecuados. 

En todo síndrome inflamatorio podemos distinguir tres factores que influyen en mayor o menor proporción: factores desencadenantes (por ej. virus) factores del llamado terreno inmune (estado previo inflamatorio y nutricional) y factores ambientales (choque térmico y tóxico de distintos tipos).

Una vez explicadas estas cuestiones básicas, creo que es importante matizar por qué ciertas corrientes, que en mi opinión, queriendo derribar mitos no hacen más que imponer otros, pueden ser muy dañinas. 

En primer lugar la afirmación que sostiene que las enfermedades infecciosas NO SON PRODUCIDAS por bacterias y virus.

La afirmación de que las enfermedades infecciosas son producidas por los microrganismos, demasiado sesgada, se apoya básicamente en las falacias del químico PASTEUR, quien en su debate con el biólogo BÉCHAMP y el médico Claude Bernard, no dudó en manipular información científica a favor de sus tesis y que, aupado por la naciente industria química, que daría origen después a la poderosa industria farmacéutica, se convirtió en un referente de la patología infecciosa. La teoría microbiana de la enfermedad se apoya también en los Postulados de KOCH, que nunca se cumplen de manera radical (ver postulado 3º) y posteriormente en una adaptación: Postulados de RIVERS para los virus. No obstante, estos postulados y la observación clínica, junto con la experimentación, demuestran que los microbios, principalmente las bacterias, desempeñan un papel innegable en la fisiopatología de las infecciones, como lo prueba además, el hecho empírico de que las infecciones relacionadas con bacterias curen con antibióticos. Sin embargo no puede demostrar que estos microbios sean siempre CAUSA ÚNICA. Respecto a los virus, la cuestión es mucho más compleja, puesto que los virus no son entidades independientes de las células y tienen una marcada especificidad de especie, por tanto, no se ha podido demostrar que pueda haber “virus exógenos” que funcionen de manera independiente. Lo que sí sabemos es que los virus tienen una fase extracelular, en forma de vesículas extracelulares o exosomas y que son moléculas codificantes de información genética, (tanto en forma de ADN como en forma de ARN) por lo que se pueden comportar como vehículos de información para los organismos que comparten receptores capaces de reconocerlos. Por esta razón, los virus son únicamente MENSAJEROS, ahora bien, el mensaje que codifican puede ser desencadenante de un proceso inflamatorio regulador o descontrolado (en función del organismo en que actúen) y en el caso de los VIRUS QUIMERA, comportarse como un TÓXICO GENÉTICO.

En segundo lugar, la afirmación de que el CONTAGIO NO EXISTE.

Según esta opinión, no habría por tanto, enfermedades transmisibles y toda la Historia de la Medicina, desde los hebreos que aislaban a los leprosos, hasta las cuarentenas de la Antigüedad o el Renacimiento, no tendrían sentido. Tampoco en las grandes epidemias de Peste, Viruela o Cólera. Probablemente, los que sostienen este planteamiento sean mucho más listos que todos los sabios pretéritos, encuadrándose de esta manera en la flor y nata del MODERNISMO. Ironías aparte, el contagio es lo que se califica en Ciencia como UN FENÓMENO, es decir, algo observable y reproducible y además “in vivo”, es decir que no necesita ninguna manipulación de laboratorio para reproducirlo. Sin embargo, el modo en que se produce el contagio puede tener más de una explicación, ya que no se da en todos los individuos expuestos, ni de la misma manera.

Es un fenómeno reproducible porque prácticamente todos, pero principalmente LOS MÉDICOS, lo hemos constatado en innumerables ocasiones, y especialmente los que ya tenemos una edad y asistimos a las epidemias infantiles de sarampión y varicela, prácticamente universales. Precisamente el libro escrito por Cowan y Fallon que pretende desmontar el mito del contagio, aunque interesante en muchos aspectos, no tiene más remedio que reconocer el contagio POR RESONANCIA  (cap. 7) para éstas y otras enfermedades transmisibles, a la vez que admiten que los virus cumplen una función de EUGENESIA de poblaciones. Es precisamente la escuela rusa de P. Gariaev y la Genética Lingüistica de Ondalas que brindan la mejor explicación al fenómeno del contagio y el daño que hacen los organismos genéticamente modificados como los virus quimera y las inyecciones transgénicas para covid. Estos experimentos de transmisión ondulatoria a través del agua, han sido también realizados y corroborados por el Nobel Luc Montaigner, que fue uno de los científicos que advirtió del peligro de la secuencia de la proteina pico (spike) del coronavirus por contener información del VIH. 

Respecto al síndrome covid, también  hemos podido constatar que se da el contagio, ya que personas sanas, de diferentes edades y sexo, asistentes a reuniones de grupo, en las que había personas vacunadas y no vacunadas, pero en las que había algún enfermo sintomático, han desarrollado en los días posteriores un síndrome covid: con analítica y clínica característica, pero de diversa gravedad. No podemos achacar a la misma exposición familiar o a circunstancias ambientales el hecho del posible contagio, ya que esta circunstancia se ha producido igualmente en verano y en reuniones de personas procedentes de muy diversos puntos de la geografía. Desgraciadamente, desde el verano pasado, he tenido información directa de hechos de este tipo y principalmente me ha llegado de personas no vacunadas de covid. Igual que a mí, a muchos de mis compañeros médicos les ha ocurrido lo mismo y han tenido constancia de hechos similares. 

Es muy maliciosa la información que se está vertiendo por parte de algunos divulgadores, respecto a que demos a conocer los hechos que sugieren la evidencia de contagio desde personas vacunadas a no vacunadas de covid. Estos divulgadores, apoyándose en argumentación traída por los pelos, como un experimento de 1919, cuando ni siquiera sabían que en la sangre de los niños con sarampión o varicela hay anticuerpos, nos acusan de apoyar las “tesis oficiales”, “difundir el miedo” y ser “falsa disidencia”. Pero eso de la DISIDENCIA ¿sabe alguien ya qué es? En fin, está claro que se recurre al insulto cuando se habla sin fundamento.

Precisamente, estos divulgadores en su afán de negar el contagio, consiguen lo contrario de lo que supuestamente pretenden, pues desvían la atención del daño que han hecho las vacunas contra las enfermedades víricas, ya que, al tener que ser cultivadas en embriones animales, generan secuencias recombinantes  humano-animales que inducen toxicidad genética, llegando al extremo de las actuales inyecciones transgénicas para covid.

Y sobre todo porque los médicos estamos observando unos hechos lamentables, mucha gente que se cree “inmune al covid” por el hecho de no estar vacunada, cuando enferma y sus síntomas se mantienen o agravan después de una semana de evolución, acuden desesperados a urgencias, donde suelen ingresarlos y aplicarles los nefastos PROTOCOLOS ANTICOVID que terminan muchas veces en la muerte.

Con esto no quiero decir, en absoluto, que los vacunados de covid, corran mejor suerte, ya que los datos brutos nos indican que el mayor nº de hospitalizaciones y fallecidos se da entre los vacunados y además, ya he advertido suficientemente de los riesgos de las mal llamadas vacunas covid, de las que estamos todavía viendo sólo la punta del iceberg de sus efectos adversos. Lo que pretendo es hacer una llamada de atención a la precaución, que no miedo, a que se evite una exposición innecesaria y a que se fortalezca el organismo con una higiene de vida y alimentación que no favorezca la posibilidad de desarrollar un covid grave, en caso de contagio. 

Mª José Martínez Albarracín

Licenciada en Medicina y Cirugía por la Universidad de Murcia, Catedrática de Procesos Diagnósticos Clínicos. Trayectoria profesional: ha sido profesora de Bioquímica, Inmunología y Técnicas Analíticas Instrumentales en el Ciclo Superior de Formación Profesional de “Laboratorio de Diagnóstico Clínico”.

Referencias:

Luc Montaigner: “DNA waves and water” y “Electromagnetic signals are produced by aqueous nanostructures derived from bacterial DNA sequences”.

https://www.researchgate.net/publication/230937823_DNA_waves_and_water

https://www.researchgate.net/publication/45272907_Electromagnetic_Signals_Are_Produced_by_Aqueous_Nanostructures_Derived_from_Bacterial_DNA_Sequences

https://www.researchgate.net/publication/228926241_Principles_of_Linguistic-Wave_Genetics

https://vlnovagenetika.cz/wp-content/uploads/2021/05/Peter-Gariaev-Quantum-Consciousness-of-the-Linguistic-Wave-Genome-Theory-and-Practice.pdf

https://anamihalceamdphd.substack.com/p/unconsidered-effects-of-mrna-gene

COVID-19 y sus Modos de Transmisión https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC7461745/

Libro “el Mito del Contagio”, T. Cowan M.D. y N. Fallon., Skyhorse publishing, New York ISBN impreso: 978-1-5107-6462-0 Libro electrónico ISBN: 978-1-5107-6464-4