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CBS News informa de un aumento inexplicable en la depresión y la ansiedad en los adolescentes durante la última década. ¿No deberíamos al menos preguntarnos si estas tendencias están asociadas con las enormes cantidades de aluminio neurotóxico que ahora le estamos dando a la población de jóvenes adolescentes con la vacuna Gardasil de aplicación obligatoria? Importantes estudios científicos relacionan la exposición al aluminio con la ansiedad, la depresión, las anomalías de comportamiento y las autolesiones en humanos y modelos animales. Un estudio de Yale de 2017 plantea preguntas importantes sobre si la vacunación excesiva podría estar provocando daño inmunológico y neurológico. Los niños que habían sido vacunados eran 80% más propensos a ser diagnosticados con anorexia y 25% más propensos a ser diagnosticados con trastorno obsesivo-compulsivo que sus homólogos no vacunados. Los niños vacunados también tenían más probabilidades de ser diagnosticados con un trastorno de ansiedad y con tics en comparación con los controles. Cuando se trata de proteger a nuestros hijos, el escepticismo es siempre la mejor medicina. Necesitamos más libertad de expresión, no menos. Aquellos que buscan suprimir el debate y la discusión en nombre del ‘bien público’ son las verdaderas amenazas para la salud.
«Encontramos aumentos significativos en la depresión mayor, angustia psicológica grave que incluye ansiedad, desesperanza, pensamientos suicidas e intentos de suicidio entre adolescentes y adultos jóvenes con aumentos más pequeños e inconsistentes entre adultos de 26 años o más», dijo el autor del estudio Jean Twenge a CBS News. Twenge es un profesor de psicología y autor del libro «iGen: por qué los niños superconectados de hoy se están volviendo menos rebeldes, más tolerantes, menos felices, y no están preparados para la edad adulta»
Los investigadores encontraron que la tasa de adolescentes que reportaron síntomas consistentes con depresión mayor en los últimos 12 meses aumentó de 8.7 por ciento en 2005 a 13.2 por ciento en 2017. En adultos jóvenes de 18 a 25 años, aumentó de 8.1 por ciento en 2009 a 13.2 por ciento en 2017 .
