viernes , 3 mayo 2024

Riesgos para la salud de los aceites de semillas

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Use of dietary linoleic acid for secondary prevention of coronary heart disease and death: evaluation of recovered data from the Sydney Diet Heart Study and updated meta-analysis – https://www.bmj.com/content/bmj/346/bmj.e8707.full.pdf

Un metaanálisis realizado en 2013 por Ramsden y otros encontró que los hombres que reemplazaban las grasas saturadas obtenidas de grasas animales u otras fuentes, con ácidos grasos poliinsaturados, ácido linoleico omega-6 obtenido de aceites vegetales, tenían tasas más altas de enfermedades cardíacas e incluso de muerte.

El consejo de sustituir aceites vegetales con grasas ricas en ácidos grasos poliinsaturados Ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) – en inglés: polyunsaturated fatty acids PUFAs) por aceites ricos en ácidos grasos saturados, (saturated fatty acids, SFAs) ha sido una piedra angular de las directrices dietéticas mundiales durante el último medio siglo.1

Cuando se originó este consejo en la década de 1960, los ácidos grasos saturados, SFAs se consideraban como una categoría molecular uniforme con un mecanismo biológico relevante: la reducción del colesterol en sangre.1 2 El ácido linoleico (linoleic acid, LA) omega 6 (n-6) era el ácido graso polysaturado dietético más conocido en ese momento.

Por lo tanto, los términos «PUFA» y «LA» a menudo se usaban indistintamente al interpretar los resultados de los ensayos clínicos y brindar consejos dietéticos.

Desde entonces, ha habido un mayor reconocimiento de que la categoría general de ácidos grasos poliinsaturados comprende múltiples especies de PUFA – AGPI omega 3 (n-3) y n-6, cada una con propiedades bioquímicas únicas y efectos clínicos cardiovasculares quizás divergentes. 

Se han descrito ampliamente las acciones biológicas favorables del ácido n-3 eicosapentaenoico y del ácido docosahexaenoico (y, en menor medida, del ácido n-3 α linolénico).3 También se han informado en varios países4, 5 beneficios cardiovasculares clínicos del ácido eicosapentaenoico y del ácido docosahexaenoico, pero no todos6 7 con ensayos controlados aleatorios.3 8

Sin embargo, actualmente no hay evidencia de ensayos clínicos que indiquen que reemplazar los ácidos grasos saturados con LA n-6, sin un aumento concurrente de los ácidos grasos poliinsaturados PUFA – AGPI n-3, reduzca el riesgo de enfermedad cardiovascular o muerte. Por lo tanto, los beneficios atribuidos a los PUFAs como categoría general podrían deberse específicamente a los ácidos grasos poliinsaturados n-3, en particular al ácido eicosapentaenoico y al ácido docosahexaenoico.

Dichos beneficios no son necesariamente generalizables a ácido linoleico n-6 u otras especies de PUFA. Dado que el ácido linoleico, LA n-6 es el PUFA – AGPI dietético más abundante y que se encuentran disponibles comercialmente fuentes de aceites comestibles con contenidos marcadamente diferentes de ácidos grasos 9 es importante determinar los beneficios y riesgos específicos del el ácido linoleico, LA n-6.

El Sydney Diet Heart Study (SDHS),10-24, un ensayo controlado aleatorio realizado entre 1966 y 1973, brinda una oportunidad única para evaluar los efectos cardiovasculares de reemplazar los ácidos grasos saturados con LA n-6 procedente del aceite de cártamo. El aceite de cártamo es una fuente concentrada de ácido linoleico, LA (aproximadamente 75 g de ácido linoleico, LA por porción de 100 g de aceite9; que no contiene otros ácidos grasos poliinsaturados, PUFA reportados. 

En 1978 se informó de un aumento de la mortalidad por todas las causas en el grupo del aceite de cártamo, aunque las muertes debidas a enfermedades cardiovasculares y coronarias no se informaron por grupo. Se ha considerado que los resultados clínicos de las enfermedades cardiovasculares y coronarias son más relevantes que la mortalidad por todas las causas al evaluar la base de evidencia25 y formular pautas dietéticas.26 Por lo tanto, se han realizado metanálisis previos de ensayos de intervención con ácidos grasos poliinsaturados y el riesgo de enfermedad cardiovascular25, 27, 28. incompleto porque no pudieron incluir estos datos faltantes del Sydney Diet Heart Study (SDHS).

Se pudo recuperar el conjunto de datos original del SDHS y se utilizaron métodos estadísticos modernos para comparar las tasas de mortalidad por enfermedades cardiovasculares y coronarias por todas las causas por grupo; y examinar si los cambios dietéticos longitudinales en los ácidos grasos poliinsaturados (es decir, LA n-6 del aceite de cártamo) o los ácidos grasos saturados se asociaron con resultados de mortalidad. 

La recuperación de datos del SDHS también permitió actualizar el metanálisis previamente incompleto publicado en 2010,28 lo que permitió una evaluación integral de riesgo-beneficio para el LA n-6, incluidos conjuntos de datos de todos los ensayos controlados aleatorios conocidos que evalúan los ácidos grasos poliinsaturados, PUFA – AGPI dietéticos para la reducción del riesgo cardiovascular.

Efectos nocivos de los aceites elaborados a partir de vegetales o semillas, incluidos:

  • el aceite de canola,
  • el aceite de maíz,
  • el aceite de semilla de algodón,
  • aceite de soja y
  • aceite de girasol.

Estos aceites se han relacionado con enfermedades cardíacas, diabetes, aumento de peso, cáncer, degeneración macular y otras enfermedades crónicas.

Los aceites vegetales son omnipresentes en los restaurantes, las comidas rápidas y los alimentos envasados, incluidos el pan, las galletas saladas, los cereales, la granola, las patatas fritas, las frutas secas, los aderezos para ensaladas, la mayonesa, las salsas, los alimentos fritos, los helados, los productos horneados y otros snacks.

Los aceites vegetales ahora representan el 20 por ciento de nuestras calorías diarias, lo que representa el mayor aumento en fuentes de calorías en los últimos 100 años, desde que comenzó la era de la globalización.

Los aceites de semillas son ricos en ácidos grasos poliinsaturados (PUFA), incluido un PUFA omega-6 conocido como ácido linoleico. Cuando se cocina a fuego alto (casi siempre como parte del proceso industrial para producir aceites de semillas comerciales), el ácido linoleico se oxida muy rápidamente.

Una ingesta elevada de ácidos grasos poliinsaturados (PUFA) en la dieta puede provocar un mal funcionamiento de las células grasas. Las células grasas se conocen científicamente como adipocitos. Son células que están formado por tejido adiposo, que es esencial para aislar el cuerpo y almacenar energía en forma de grasa. El tejido adiposo es ubicado justo debajo de la piel, alrededor de los órganos internos, en la médula ósea y alrededor de los músculos y los senos.

El estrés oxidativo inducido por los PUFA abruma el sistema antioxidante, provocando una inflamación disfuncional y niveles elevados de toxinas que desencadenan muchas enfermedades crónicas.

La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) es la principal culpable del auge y dominio de los aceites de semillas. En sus propios escritos , ha destacado el papel del Dr. Ancel Keys, un influyente cardiólogo y miembro fundador del Consejo de Epidemiología y Prevención de la AHA.

Después de que el Dr. Ancel Keys apareciera en la portada de la revista Time el 13 de enero de 1961, se presentó al público estadounidense la idea de que las grasas saturadas estaban obstruyendo sus arterias.

Esa idea finalmente condujo a un cambio radical en los alimentos que comemos. Las grasas reales serían reemplazadas cada vez más por aceites de semillas fabricados en fábrica, y comenzaría la era de las enfermedades crónicas.

La Asociación Estadounidense del Corazón (AHA) se hizo conocida por primera vez gracias a una donación multimillonaria de Procter & Gamble, los inventores de una alternativa a las grasas animales basada en aceite vegetal, Crisco.

Esta falta de ética de la AHA, porvocó que las grasas animales, elementos básicos de la dieta tradicional, fueran reemplazadas por aceites vegetales. Ese cambio se produjo en paralelo con el aumento de las enfermedades crónicas.

La página web de la AHA recomienda que elijan:

  • Canola
  • Maíz
  • Cacahuete, Maní
  • Azafrán
  • Soja
  • Girasol 

Aunque generalmente son refinados, incluso las versiones sin refinar y prensadas en frío de estos aceites presentan los mismos riesgos para la salud, porque los aceites son naturalmente ricos en grasas poliinsaturadas (PUFA). La estructura molecular de los grasas poliinsaturadas los hace muy inestables en el cuerpo humano, donde generan una enorme cantidad de radicales libres, reacciones caóticas que dañan las células.

Los radicales libres son un subproducto normal del metabolismo que nuestros cuerpos están preparados para manejar, pero sólo hasta cierto punto. Los aceites de semillas producen un ataque que supera con creces nuestra capacidad innata. «Los radicales libres son malos para nosotros de la misma manera que la radiación es mala para nosotros», dice la Dra. Cate

Los ácidos grasos poliinsaturados (PUFA- AGPI) son inflamatorios y dañan el revestimiento de los vasos sanguíneos, lo que afecta la circulación general y el flujo sanguíneo al cerebro y aumenta el riesgo de enfermedades cardíacas y diabetes.

Según una revisión publicada en Mayo Clinic Proceedings, los riesgos para la salud de comer demasiados de estos aceites incluyen un sistema inmunológico debilitado; reduce el colesterol HDL “bueno”; una forma oxidada más peligrosa de colesterol LDL «malo»; y mayor riesgo de cáncer de próstata, páncreas, colon y mama.

(Cortesía de la Dra. Cate Shanahan)

Dr. Chris Knobbe revela evidencia de que los aceites de semillas, son la causa de la mayoría de las enfermedades crónicas actuales

En una conferencia titulada “ Enfermedades de la civilización: ¿Son los excesos de aceite de semillas el mecanismo unificador?” ”, El Dr. Chris Knobbe revela evidencia sorprendente de que los aceites de semillas, tan frecuentes en las dietas modernas, son la causa de la mayoría de las enfermedades crónicas actuales.

Knobbe, es ex profesor clínico asociado emérito del Centro Médico Southwestern de la Universidad de Texas.

Su investigación señala que el alto consumo de aceite de semilla omega-6 en la dieta diaria es el principal factor unificador de las enfermedades crónico-degenerativas de la civilización moderna.

El aumento de los ácidos grasos poliinsaturados Ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) – en inglés: polyunsaturated fatty acids (PUFAs)

Las grasas trans y los ácidos grasos poliinsaturados, también llamados PUFA, que se encuentran en aceites vegetales, aceites comestibles, aceites de semillas y aceites vegetales, son una invención bastante reciente e incluyen aceites de semilla de algodón, colza, girasol, cártamo, salvado de arroz, soja , maíz y otros aceites populares. .

Los PUFA – AGPI deben su existencia a la “tecnología de molino de rodillos”, que alrededor de 1880 reemplazó la tecnología de molino de piedra que se utilizaba para moler el trigo y convertirlo en harina.

La tecnología de molino de rodillos facilitó la eliminación total del salvado y el germen de un grano, dejando sólo el endospermo, un producto refinado al que se le quitaron sus nutrientes.

Según Knobbe :

“El primero de estos [PUFA – ] fue el aceite de semilla de algodón. A esto pronto le siguió la hidrogenación e hidrogenación parcial del aceite de semilla de algodón, produciendo la primera grasa trans creada artificialmente. Este último fue introducido por Proctor & Gamble en 1911 con el nombre de ‘Crisco‘, que se comercializó como ‘la alternativa más saludable a la manteca de cerdo… y más económica que la mantequilla’”.

Crisco, el abuelo de los PUFA o grasas trans producidos comercialmente, todavía se vende ampliamente en la actualidad. El plan de los productores de aceite vegetal, afirma Knobbe , era vender menos y, por tanto, sustituir las grasas animales, que tenían un precio más alto. El plan tuvo éxito.

Los PUFA se hicieron tan populares que ahora constituyen el 63% de la dieta estadounidense, forman la base de las recomendaciones alimentarias del Departamento de Agricultura de EE. UU. (USDA) y se encuentran en 600.000 alimentos procesados ​​que se venden en la actualidad.

En 1909, los estadounidenses comían 2 gramos diarios de aceite vegetal, dice Knobbe, y en 2010 consumían la asombrosa cifra de 80 gramos de aceite vegetal diarios.

Hay varias razones por las que los PUFA son dañinos, dice Knobbe. A diferencia de las grasas animales, carecen de vitaminas A, D y K, por lo que son deficientes en nutrientes. Contribuyen a la mayoría de las enfermedades crónicas asociadas con la civilización moderna.

Y los PUFA también contribuyen a la epidemia de obesidad. Los 80 gramos de PUFA por día que los estadounidenses consumen actualmente equivalen a 720 calorías, dice Knobbe, lo que significa que un tercio de las calorías de la mayoría de las personas “salen de las fábricas”.

Las enfermedades crónicas aumentaron con los Ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) – en inglés: polyunsaturated fatty acids (PUFAs)

Mucha gente es consciente de que la diabetes, la obesidad, el cáncer, las enfermedades cardíacas, el síndrome metabólico y otras afecciones eran menos comunes en la primera parte del siglo XX que en la actualidad. Pero el aumento en la incidencia de estas condiciones es más dramático de lo que muchos creen.

Según Knobbe :

  • En 1900, el 12,5% de la población estadounidense murió de enfermedades relacionadas con el corazón; en 2010, esa cifra era del 32%.
  • En 1811, 1 persona de cada 118 moría de cáncer; en 2010, 1 de cada 3 murió de cáncer.
  • En 80 años, la incidencia de diabetes tipo 2 se ha multiplicado por 25.
  • En el siglo XIX, el 1,2% de los estadounidenses eran obesos; en 2015, el 39,8% eran obesos.
  • En 1930 no había más de 50 casos de degeneración macular; en 2020, hay 196 millones de casos.

¿Están correlacionados los aumentos de estas enfermedades crónicas con el aumento del consumo dietético de PUFA, en español Ácidos grasos poliinsaturados (AGPI) ? Absolutamente, dice Knobbe en su conferencia.

Da la siguiente explicación:

“Estos trastornos, desde enfermedades cardíacas hasta aterosclerosis, diabetes tipo 2, degeneración macular y cáncer, tienen todos el mismo efecto. Todos tienen disfunción mitocondrial… Lo primero que sucede cuando falla la cadena de transporte de electrones… es que comienza a disparar especies reactivas de oxígeno: estos son radicales hidroxilo y superóxido…

«Estos radicales libres conducen a mutaciones nucleares en el ADN mitocondrial… que contribuyen a la insuficiencia cardíaca… degeneración macular, Alzheimer, Parkinson… una catastrófica cascada de peroxidación lipídica [que] conduce a aldehídos tóxicos».

La raíz de las reacciones bioquímicas dañinas provocadas por los aceites de semillas es el ácido linoleico, dice Knobbe, que es una grasa omega-6 de 18 carbonos. El ácido linoleico es el principal ácido graso que se encuentra en los PUFA y representa aproximadamente el 80% del total de los aceites vegetales. Las grasas omega-6 deben equilibrarse con las grasas omega-3 para que no sean dañinas.

«La mayor parte de este ácido linoleico, cuando se oxida, desarrolla hidroperóxidos lipídicos y luego estos degeneran rápidamente en… metabolitos de ácido linoleico oxidados», dice Knobbe.

Los metabolitos del ácido linoleico oxidados son una tormenta perfecta. Son:

  • citotóxicos,
  • genotóxicos,
  • mutagénicos,
  • cancerígenos,
  • aterogénicos y
  • trombogénicos

Sus acciones aterosclerosis y trombogénicas son especialmente preocupantes porque pueden producir:

  • accidentes cerebrovasculares y
  • coágulos.

Los PUFA crean resistencia a la insulina

La diabetes, la resistencia a la insulina y el síndrome metabólico se han vuelto epidémicos desde que la dieta estadounidense se basa en PUFA – AGPI.  Se estima que casi el 70% de los estadounidenses ahora tienen sobrepeso o son obesos y una cantidad sustancial no son metabólicamente saludables.

Esto pone a las personas en riesgo de sufrir diabetes tipo 2, así como de muchas enfermedades crónicas asociadas con la resistencia a la insulina, desde el cáncer hasta la enfermedad de Alzheimer.

En su conferencia, Knobbe explica cómo se desarrollan estas condiciones:

“Cuando se consume omega-6 en exceso… se combina con especies reactivas de oxígeno como los radicales hidroxilo… por lo que comienza una catastrófica cascada de peroxidación lipídica: estas grasas poliinsaturadas se acumulan [en] sus células, se acumulan en sus membranas, se acumulan en sus mitocondrias y provocar una reacción de peroxidación”.

Debido a que hay tantas especies reactivas de oxígeno, esto conduce al desarrollo de resistencia a la insulina a nivel celular y a la producción de gotitas de lípidos en el hígado, continúa Knobbe:

“… eso crea una parte lipídica catastrófica o retroalimenta la peroxidación lipídica… así que ahora no estás quemando grasa como combustible adecuadamente, por lo que la persona que aumenta de peso y se enferma en este sentido ahora depende de los carbohidratos; su glucólisis está funcionando, pero… [ellos] comienzan a almacenar grasa… y esto conduce a la obesidad”.

El ácido linoleico

El ácido linoleico es especialmente culpable de este proceso dañino, coincide en un podcast el Dr. Paul Saladino, periodista médico .

El ácido linoleico “rompe la sensibilidad a la insulina a nivel de las células grasas” (las hace más sensibles a la insulina) y, dado que las células grasas controlan la sensibilidad a la insulina del resto del cuerpo mediante la liberación de ácidos grasos libres, terminas con resistencia a la insulina.

Estudios en ratas y pueblos indígenas muestran daños por PUFA – AGPI

Los estudios en animales han demostrado dramáticamente los efectos nocivos de los PUFA – AGPI. En un estudio que cita Knobbe, se sometió a dos grupos de ratas a dietas idénticas, excepto que un grupo recibió 5% de aceite de semilla de algodón y el otro recibió 1,5% de grasa láctea.

El resultado del estudio fue que:

“… las ratas que consumen aceite de semilla de algodón crecen hasta un sesenta por ciento de su tamaño normal y viven 555 días en promedio; Son ratoncitas débiles, frágiles y enfermizas. Las ratas con grasa láctea están sanas; crecen hasta alcanzar un tamaño normal y viven 1020 días, por lo que crecen hasta alcanzar casi el doble de tamaño [que las ratas alimentadas con aceite de semilla de algodón], viven el doble y son infinitamente más saludables”.

Si bien se sugiere que la Asociación Estadounidense del Corazón y otros grupos médicos podrían descartar tales estudios, calificándolos potencialmente de paradójicos, también hay ejemplos de los efectos positivos de las grasas saturadas y de origen animal en la salud humana, dice Knobbe.

Por ejemplo, el pueblo Tokelau que vive en islas del Pacífico Sur entre Hawai y Australia se alimenta casi exclusivamente de coco, pescado, tubérculos ricos en almidón y frutas.

Entre el 54% y el 62% de sus calorías provienen del aceite de coco, que contiene grasas saturadas, señala Knobbe.

Sin embargo, un estudio realizado entre hombres de Tokelau de entre 40 y 69 años encontró que no padecían ataques cardíacos, obesidad ni diabetes. Estaban «fantásticamente sanos», dice Knobbe.

Ya sea que hablemos de estudios en animales o de estudios en personas no occidentalizadas, al menos el 80% de la obesidad y las enfermedades crónicas en los países occidentalizados provienen de alimentos procesados , concluye Knobbe.

«Está impulsado por los aceites vegetales y las grasas trans… casi todos los restaurantes de comida rápida cocinan con aceite de soja y aceite de canola».

Otros expertos coinciden con Knobbe

El podcast de Saldino mencionado anteriormente, y la periodista Nina Teicholz denuncian la popularidad y ubicuidad de los PUFA – AGPI en el sistema alimentario moderno y creen en los beneficios saludables de las grasas saturadas.

En el podcast, Saladino y Teicholz revisan la historia de la demonización de las grasas saturadas y el colesterol, que comenzó, dicen, con la hipótesis errónea de 1960 a 1961 de que las grasas saturadas causan enfermedades cardíacas.

La hipótesis fue respaldada por las primeras Guías Alimentarias para los Estadounidenses, introducidas en 1980, que pedían a las personas que limitaran su consumo de grasas saturadas y colesterol, al tiempo que exoneraban a los carbohidratos, que cada vez más se elaboraban con PUFA – AGPI.

No debería sorprender que la hipótesis y las pautas dietéticas estuvieran relacionadas con un rápido aumento de la obesidad y enfermedades crónicas como las enfermedades cardíacas.

En el podcast, Saladino y Teicholz discuten las razones por las que se ha permitido que este mito persista, a pesar de la evidencia científica en su contra.

Si se reconociera que las grasas animales saturadas son saludables y los aceites y granos vegetales industriales procesados ​​fueran expuestos como no saludables, diezmaría las principales industrias de alimentos procesados ​​y comida rápida, que dependen de aceites y granos vegetales.

Además, las ventas de estatinas y otras áreas de ganancias de las grandes farmacéuticas se verían afectadas. Las grandes empresas alimentarias y farmacéuticas tienen motivos financieros para mantener ocultos los beneficios para la salud de los alimentos reales.

Al igual que Knobbe, los expertos están convencidos de que el aumento masivo del consumo de ácido linoleico debido a su ubicuidad en los aceites vegetales industriales y los alimentos procesados ​​es un factor metabólico clave de la obesidad, las enfermedades cardíacas, el cáncer y otras enfermedades crónicas.

Destacan que la creencia de que las lipoproteínas altas de baja densidad (LDL), el llamado colesterol “malo”, son un factor de riesgo de enfermedad cardíaca y que al reducir el LDL se reduce el riesgo de sufrir un ataque cardíaco, es incorrecta.

La ciencia simplemente no confirma esto, dicen. La razón de esto es que no todas las partículas de LDL son iguales.

Reducir el consumo de carnes rojas y grasas saturadas y comer más aceite vegetal puede hacer que el LDL baje, explica Saladino, pero esos LDL no se oxidarán.

Es el efecto de la oxidación del LDL el que desencadena la resistencia a la insulina y los problemas relacionados, incluidas las enfermedades cardíacas, algo que las pruebas de LDL no detectan.

Por otro lado, comer grasas saturadas puede aumentar el nivel de LDL, pero esas partículas de LDL serán grandes y esponjosas y no causarán daño arterial, dice Saladino.

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Referencias

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