PRÓLOGO APOCALÍPSIS 1
TÍTULO Y BENDICIÓN.
1 Revelación de Jesucristo, que Dios, para manifestar a sus siervos las cosas que pronto deben suceder, anunció y explicó, por medio de su ángel, a su siervo Juan 2916; 2 el cual testifica la Palabra de Dios y el testimonio de Jesucristo, todo lo cual ha visto. 3 Bienaventurado el que lee y los que escuchan las palabras de esta profecía y guardan las cosas en ella escritas; pues el momento está cerca 2917.
LOS DESTINATARIOS.
4 Juan a las siete Iglesias que están en Asia: gracia a vosotros y paz de Aquel que es, y que era, y que viene; y de los siete Espíritus que están delante de su trono 2918; 5 y de Jesucristo, el testigo fiel, el primogénito de los muertos y el Soberano de los reyes de la tierra. A Aquel que nos ama, y que nos
2916 1. “Revelación de Jesucristo” ¿por ser recibida de Cristo o porque tiene a Cristo por objeto? Para resolver esta cuestión hay que observar que el término Revelación (en griego Apocalipsis) en el lenguaje del Nuevo Testamento se aplica generalmente a la manifestación de Jesucristo en la Parusía o segunda venida (Rm. 2, 5; 8, 9; 1 Co. 2, 7; 2 Ts. 1, 7; Lc. 17, 30; 1 Pe. 1, 7 y 13; 4, 13). Allo en su comentario admite ambos sentidos: Jesucristo da esta revelación, y Jesucristo es el objeto de la misma.
La segunda acepción corresponde más al sentido escatológico y a la idea del inminente juicio de Dios, que prevalece a través de este Libro. Por medio de su ángel: cf. Dn. 9 y 10; Za. 1 y 2, etc., donde también un ángel es intermediario de la divina Revelación.
2917 3. A causa de la bienaventuranza que aquí se expresa, el Apocalipsis era, en tiempos de fe viva, un libro de cabecera de los cristianos, como lo era el Evangelio. Para formarse una idea de la veneración en que era tenido por la Iglesia, bastará saber lo que el IV Concilio de Toledo ordenó en el año 633: “La autoridad de muchos concilios y los decretos sinodales de los santos Pontífices romanos prescriben que el Libro del Apocalipsis es de Juan el Evangelista, y determinaron que debe ser recibido entre los Libros divinos, pero muchos son los que no aceptan su autoridad y tienen a menos predicarlo en la Iglesia de Dios. Si alguno, desde hoy en adelante, o no lo reconociera, o no lo predicara en la iglesia durante el tiempo de las Misas, desde Pascua a Pentecostés, tendrá sentencia de excomunión” (Enchiridion Biblicum Nº 24). El momento está cerca: esto es, el de la segunda Venida de Cristo. Véase 22, 7 y 10; 1 Co. 7, 29; Fil. 4, 5; Hb. 10, 37; St. 5, 8; 1 Jn. 2, 18. Si este momento, cuyo advenimiento todos hemos de desear (2 Tm. 4, 8), estaba cerca en los albores del cristianismo ¿cuánto más hoy, transcurridos veinte siglos? Sobre su demora, véase 2 Pe. 3, 9 y nota.
2918 4. Las destinatarias de las siguientes cartas son las siete comunidades cristianas enumeradas en el v. 11. Los siete espíritus parecerían los mismos de Tob. 12, 5. Llama la atención, sin embargo, que sean mencionados antes que Jesucristo (v. 5). San Victorino, cuyo comentario es el más antiguo de los escritos en latín, ve en estos siete espíritus. como en las siete lámparas (4, 5), los dones del Espíritu Septiforme.
—*—
ha lavado de nuestros pecados con su sangre 2919, 6 e hizo de nosotros un reino y sacerdotes para el Dios y Padre suyo; a Él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos 2920. Amén. 7 Ved, viene con las nubes, y le verán todos los ojos, y aun los que le traspasaron; y harán luto por Él todas las tribus de la tierra. Sí, así sea 2921. 8 “Yo soy el Alfa y la Omega” 2922, dice el Señor Dios, el que es, y que era, y que viene, el Todopoderoso.
VOCACIÓN DEL APÓSTOL.
9 Yo Juan, hermano vuestro y copartícipe en la tribulación y el reino y la paciencia en Jesús, estaba
en la isla llamada Patmos, a causa de la palabra de Dios y del testimonio de Jesús 2923. 10 Me hallé en espíritu en el día del Señor, y oí detrás de mí una voz fuerte como de trompeta 2924, 11 que decía:
“Lo que vas a ver escríbelo en un libro, y envíalo a las siete Iglesias:
A Éfeso, a Esmirna, a Pérgamo, a Tiatira, a Sardes, a Filadelfia y a Laodicea” 2925.
2919 5. Véase 3, 14; 19, 16; Col. 1, 18; 1 Jn. 1, 7; 2, 2, etc.
2920 6. Hizo de nosotros un reino, etc.: cf. 5, 10. Es lo mismo que nos anuncia, desde el Antiguo Testamento, Daniel: “Después recibirán el reino los santos del Altísimo y los obtendrán por siglos y por los siglos de los siglos (Dn. 7, 18). Lo mismo expresa la Didajé (alrededor del año 100 d. C.)
cuando dice: “Líbrala (a tu Iglesia) de todo mal, consúmala por tu caridad; y de los cuatro vientos reúne la santificada en tu Reino que para ella preparaste” Cf. Ef. 1, 22 s.
2921 7. Viene con las nubes: Así lo vemos en 14, 14 ss., a diferencia de 19, 11 ss. donde viene en el caballo blanco para el juicio de las naciones. Según algunos, la nube sería la señal de la cosecha y la vendimia final de Israel (Mal. 3, 2 s. y nota; Mt. 3, 10 y nota), por medio de sus ángeles, conforme al anuncio de Mt. 24, 30-31, confirmado a Caifás (Mt. 26, 64), a quien Jesús dijo como aquí que lo verían ellos mismos que le traspasaron. S. Juan trae iguales palabras en Jn. 19, 37, citando a Za. 12, 10 donde se anuncia como aquí que entonces harán duelo por Él. Cf. Ez. 36, 31; Os. 3, 5, etc.
2922 8. Alfa y Omega: primera y última letras del alfabeto griego. Algunos manuscritos añaden: el principio y el fin (cf. v. 17; 22, 13 y nota). Después de Cristo no habrá otro, pues él es el mismo para siempre (Hb. 13, 8). El que es, traducción del nombre de Yahvé (Ex. 3, 14).
2923 9. Observa Allo que las palabras tribulación y reino se pueden tomar en sentido escatológico. La paciencia es el lazo entre ambos. Por medio de paciencia y esperanza pasamos de la tribulación a su Reino glorioso (8, 24). 2924 10. En el día del Señor: el artículo usado en el texto griego nos hace pensar en un día determinado y conocido. De ahí que, aunque muchos vierten simplemente un Domingo, otros lo refieran, como el v. 7, al gran día de juicio que lleva en la Biblia el nombre del Día del Señor (Sal. 117, 24 y nota; Is. 13, 6; Jr. 46, 10; Ez. 30, 3; Sof. 2, 2; Mal. 4, 5; Rm. 2, 5; 1 Co. 5, 5; 1 Ts. 5, 2, etc.), entendiendo que el vidente fue transportado en espíritu a la visión anticipada del gran día. Cf. 4, 1 y nota. La trompeta, en los escritos apocalípticos, tiene significado escatológico. Cf. 8, 6 ss.; 1 Co. 15, 52; 1 Ts. 4, 16.
2925 11. Escríbelo: Pirot hace notar que esta visión corresponde a las visiones inaugurales de los grandes profetas (Is. 6; Jr. 1; Ez. 1-3) y la diferencia está en que aquellos hablan de ser predicadores orales, en tanto que Juan debe escribir (cf. v. 19), lo cual denota la importancia de lo escrito en el
Nuevo Testamento (cf. Jn. 5, 47 y nota). Las siete ciudades se hallan todas en la parte occidental del
VISIÓN PREPARATORIA.
12 Me volví para ver la voz que hablaba conmigo. Y vuelto, vi siete candelabros de oro 2926, 13 y, en medio de los candelabros, alguien como Hijo de hombre, vestido de ropaje talar, y ceñido el pecho con un ceñidor de oro 2927. 14 Su cabeza y sus cabellos eran blancos como la lana blanca, como la nieve; sus ojos como llama de fuego 2928; 15 sus pies semejantes a bronce bruñido al rojo vivo como en una fragua; y su voz como voz de muchas aguas.
16 Tenía en su mano derecha siete estrellas; y de su boca salía una espada aguda de dos filos 2929; y su aspecto era como el sol cuando brilla en toda su fuerza. 17 Cuando le vi, caí a sus pies como muerto; pero Él puso su diestra sobre mí y dijo: “No temas; Yo soy el
Asia Menor, con Éfeso como centro. No se sabe quién fundó esas iglesias. Algunos suponen que fue S. Pedro (1 Pe. 1, 1), y otros que pudo S. Pablo llegar a fundarlas cuando anduvo por Éfeso y Colosas en esa región. Estaban también en ella otras importantes Iglesias como la de Tróade (Hch. 20, 5 s.; 2 Co. 2, 12) y la de Hierápolis cuyo obispo era a la sazón Papías, discípulo de S. Juan, y que había sido fundada probablemente, como también la de Laodicea, por Epafras, colosense de origen pagano y coadjutor de S. Pablo (Col. 4, 13). ¿Por qué no se menciona aquí estas Iglesias? Fillion responde: “es el secreto de Dios”.
2926 12. Los siete candelabros son las siete Iglesias (v. 20). Desde la antigüedad ven muchos comentaristas en el número siete un símbolo de lo perfecto y universal, de manera que las siete Iglesias representarían una totalidad (S. Crisóstomo, S. Agustín, S. Gregorio, S. Isidoro). Muchos consideran que las siete Iglesias corresponden a otros tantos períodos de la historia de la Iglesia universal (cf. 1, 19 y nota). Su más conocido representante en la patrística es S. Victorino de Pettau, quien en su comentario caracteriza los siete períodos de la siguiente manera: 1) el celo y la paciencia de los primeros cristianos; 2) la constancia de los fieles en las persecuciones; 3) y 4) períodos de relajamiento;
5) peligro por parte de los que son cristianos solamente de nombre; 6) humildad de la Iglesia en el siglo y firme fe en las Escrituras; 7) las riquezas y el afán de saberlo todo cohíbe a muchos para seguir el recto camino. Este sistema, con más o menos variantes, se mantuvo durante la edad media y encontró, en un escrito atribuido a Alberto Magno, la siguiente exposición: Éfeso: el período de los apóstoles, persecución por los judíos; Esmirna: período de los mártires, persecución por los paganos; Pérgamo: período de los herejes; Tiatira: período de los confesores y doctores y herejías ocultas; Sardes: período de los santos sencillos, durante el cual se introducen las riquezas y el escándalo de malos cristianos que aparentan piedad; Filadelfia: abierta maldad de cristianos; Laodicea: período del Anticristo. En la Edad moderna han difundido este modo de interpretación el santo sacerdote Bartolomé Holzhauser, Manuel Viciano Rosell y otros.
2927 13. Nótese que el Hijo del hombre (Jesús) lleva la vestidura de rey y sacerdote. Cf. Dn. 10, 5 ss., donde el profeta narra una visión semejante a ésta. De ahí que algunos exégetas vean en aquel “varón” al Hijo del hombre. Véase Dn. 7, 13; Za. 6, 12 y notas.
2928 14. Ojos como llama (cf. 2, 18). Nada falta en la Biblia para nuestro consuelo. La sobriedad del evangelio no nos da, si exceptuamos la Transfiguración (Mc. 9, 1 ss. y paralelos), ningún detalle sobre la hermosura de Jesús, pero en cambio lo encontramos suplido con este y otros datos que nos ayudan a imaginar triunfante al hermosísimo entre los hombres (Sal. 44, 3 y nota) que por amor nuestro llegó a perder toda belleza (Is. 52, 14; 53, 2), y nos revelan también nuevas palabras de su boca como las que vemos en este Libro y en los Salmos, etc. Véase nuestra introducción al Salterio.
2929 16. La espada de dos filos es figura del poder de la Palabra de Dios. La misma imagen se encuentra en 19, 15 y Hb. 4, 12. Cf. 2 Ts. 2, 8.
primero y el último 2930, 18 y el viviente; estuve muerto, y ahora vivo por los siglos de los siglos, y tengo las llaves de la muerte y del abismo 2931. 19 Escribe, pues lo que hayas visto; lo que es, y lo que debe suceder después de esto 2932. 20 En cuanto al misterio de las siete estrellas, que has visto en mi diestra, y los siete candelabros de oro:
las siete estrellas son los ángeles 2933 de las siete Iglesias, y los siete candelabros son siete Iglesias”.
Meditaciones: 2919 Supongamos algo perfecto Hecho por Dios. Si es perfecto la Justicia es perfecta. Entonces, si los humanos se han hecho tanto mal unos a otros durante siglos, ¿como es posible compensar todo ese mal por bien, para que se haga Justicia ? Solo un amor incondicional de igual proporción podría sanear todo el mal hecho en la historia de la humanidad. Esa deuda la pagó Jesucristo y nos dejo el ejemplo para que cada uno encontremos la fuerzas para pagar nuestra cuota… por algo estamos aqui… El que no toma Su cruz y lo sigue no es digno… Mateo 10:38
- El apocalipsis del apóstol San Juan
Apocalipsis 1 - Apocalipsis 2
- Apocalipsis 3
- Apocalipsis 4
- Apocalipsis 5
- Apocalipsis 6
- Apocalipsis 7
- Apocalipsis 8
- Apocalipsis 9
- Apocalipsis 10
- Apocalipsis 11
- Apocalipsis 12
- Apocalipsis 13
- Apocalipsis 14
- Apocalipsis 15
- Apocalipsis 16
- Apocalipsis 17
- Apocalipsis 18
- Apocalipsis 19
- Apocalipsis 20
- Apocalipsis 21
- Apocalipsis 22
- Sobre esta versión
- Libro de Apocalipsis completo (Biblia Platense de Mons. Straubinger, 1950)